El estrés laboral: de cómo un problema puede derivar en patología si no se trata



¿Qué es el estrés laboral que sufren millones de personas en el mundo? Antes de explicarlo en detalle, hay que saber que si no se trata, puede provocar desórdenes físicos y mentales graves. Y derivar en patologías como la ergofobia, o miedo irracional al trabajo. 


No hay datos oficiales en España sobre el estrés laboral porque es una patología que no está incluida en el catálogo de enfermedades profesionales que pueden ser motivo de baja. Sin embargo, los expertos dicen que es una epidemia silenciosa que se propaga por las empresas de todo el país, sobre todo a raíz de la COVID-19. 


“No hace falta trabajar en una mina de carbón, en una plataforma petrolífera, en una planta química o en la construcción para tener un trabajo tóxico y perjudicial para la salud”. Es lo que aseguraba el profesor Jeffrey Pfeffer, de la Universidad de Stanford, en su libro ‘El trabajo nos está matando’, publicado en España en 2019.


Efectivamente, los empleados hoy pasan por una tormenta perfecta. Tienen miedo al contagio de virus, al tiempo que muchos viven desde hace meses aislados en casa, haciendo teletrabajo y con jornadas maratonianas de reuniones y una gran dificultad para desconectar. 


Un estudio de Capgemini indica que un 56% de los empleados de todo el mundo temen al estrés laboral como consecuencia de la conexión permanente. Por lo tanto, el agotamiento psíquico está poniendo en duda las ganancias de productividad que se le suponen al teletrabajo.  


La incertidumbre del desempleo

A eso se une una crisis que está poniendo a las compañías contra las cuerdas y que ha extendido la incertidumbre. Con la pandemia, el desempleo hoy en España se eleva a cuatro millones de personas, y hay casi un millón más de profesionales que están en ERTE y que no saben siquiera cuándo van a volver a trabajar. 


A estas alturas, las plantillas están cansadas, desorientadas y desmotivadas en muchos casos. Hay fatiga emocional porque no se ve una salida clara a la pandemia. Y hay fatiga digital porque casi todo el contacto se hace a través de pantallas (por Zoom, Teams o Google Meet) y todavía están muy lejos los tiempos en que las cosas volverán a ser como antes, con las oficinas pobladas de empleados y con las reuniones presenciales de otros tiempos.. 


Un estrés laboral bueno y otro malo

Hay que dejar claro que un cierto nivel de estrés en el trabajo, como en otras facetas de la vida, puede ser positivo. Al fin y al cabo, este es una reacción de la mente y del cuerpo a las circunstancias cambiantes del entorno. En las empresas, los empleados se activan cuando toca abordar nuevos procedimientos o tareas, o conocer nuevos compañeros de equipo. 


Síntomas del estrés laboral

Sin embargo, fácilmente, este estrés laboral positivo puede convertirse en una pesadilla si deja de ser esporádico y se hace permanente. Entonces da lugar a un cuadro médico bastante oscuro: dolores de cabeza, cefaleas tensionales, alteraciones en la piel, insomnio, taquicardias, ansiedad, hipertensión e incluso ataques de pánico y episodios de depresión. También son comunes entre los empleados estresados otros síntomas como las pérdidas de memoria y los lapsus relacionados con temas laborales, o la falta de concentración y la incapacidad para sacar adelante varias tareas a la vez.  


Las compañías se han dado cuenta de que el estrés repercute en los resultados de sus plantillas y están poniendo remedio con servicios de apoyo al empleado. Lo intentan con charlas y cursos de motivación y refuerzo psicológico. Sin embargo, el profesor Jeffrey Pfeffer, un experto en gestión de recursos humanos en las empresas, recomienda a los empleados por cuenta ajena y a los autónomos que no dejen su salud mental en manos de terceros y que se cuiden.


Consejos para combatir el estrés laboral

En los foros de salud, los expertos suelen insistir en una serie de recomendaciones para lidiar y rebajar el estrés laboral. Hablamos de ejercicio físico para segregar endorfinas, que son claves para restablecer el equilibrio al cuerpo y experimentar episodios de felicidad. También de una correcta alimentación e hidratación, y de una buena rutina de sueño y de tiempo de desconexión, evitando mirar el correo o contestar llamadas a deshora.


El profesor Pfeffer también da en su libro unos consejos fáciles de entender y muy sensatos, aunque quizá difíciles de poner en la práctica cuando se sufre estrés laboral y todo se ve muy negro. Pfeffer insiste en limitar la jornada laboral y trabajar a un ritmo sostenible. 


También recomienda tomar vacaciones siempre que se pueda y tiempo para estar con la familia y los amigos. Y buscar a personas que no se pasen todo el día trabajando y que, por el contrario, gocen de cierta autonomía y control. A nivel más general, Pfeffer cree que es importante reconocer errores, para no sufrir en exceso por las malas decisiones. 


Y cuando se elige un lugar para trabajar, es importante que los gestores de la nueva empresa den tanta importancia a la salud y el bienestar de los empleados como a los resultados corporativos. Y cuidado con las firmas que se quedan en la estética. Porque no se trata de poner un futbolín o una mesa de billar para pasar el rato, sino de preocuparse de verdad por lo que más importa: la salud y el equilibrio de las personas.     


La ergofobia

Hay que hablar también de una patología desconocida para muchos, pero más común de lo que se piensa. Y que es una consecuencia extrema del estrés laboral. Se trata de la ergofobia, que es el miedo irracional y persistente al trabajo. El término “ergofobia” viene del griego ergon (trabajo) y phobos (miedo). Pero la ergofobia no es una angustia puntual, sino una aversión a largo plazo, desproporcionada e incontrolable. 


Físicamente se manifiesta con un aumento de la frecuencia cardiaca y con falta de concentración. Además, las personas que padecen ergofobia suelen ser muy autoexigentes y acaban teniendo sentimientos de culpa por no poder llegar a sus objetivos profesionales. “No estoy preparado para este trabajo”, “mis colegas son mejores que yo”, “voy a hacer el ridículo cuando defienda mi proyecto en público”, “me van a echar del trabajo”… son pensamientos recurrentes. 


La ergofobia se puede combatir de varias maneras. Una que suele dar resultado en un plazo breve de tiempo es practicar la meditación y la relajación, como el yoga. También conviene aprender a felicitarse por los éxitos, lo que ayudará a aumentar la autoestima. Y, por supuesto, hay que evitar regodearse y centrarse en los errores. Todo el mundo comete fallos y no hay que fustigarse. Y si estos consejos no dan resultado, quizá sea el momento de acudir a un psicólogo o a un profesional que conozca técnicas y terapias para afrontar este miedo al entorno laboral.   

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