Costra láctea: la falsa caspa antiestética pero inofensiva



Es una alteración leve, benigna y transitoria de la piel del bebé que hay que saber manejar con productos adecuados.

“La costra láctea es un proceso muy frecuente, sobre todo en sus formas más leves, y puede afectar al 10 por ciento de los recién nacidos. Comienza entre la segunda y la décima semana de vida y desaparece espontáneamente, en el transcurso de poco tiempo. En la mayoría de los casos, se trata de una dermatitis seborreica, pero en ocasiones se solapa con una dermatitis atópica y, de hecho, hoy en día hay quien afirma que la costra láctea es una dermatitis atópica de comienzo precoz”, explica Gloria Garnacho, del Grupo de Dermatología Pediátrica de la Asociación Española de Dermatología y Venereología (AEDV) de la Unidad de Dermatología Pediátrica del Hospital Reina Sofía, de Córdoba.

Aunque por su aspecto –similar al de la caspa– puede producir inquietud en los padres, se trata de una condición leve que, además, suele ir acompañada de otras manifestaciones: “La costra láctea no es contagiosa, ni peligrosa, ni tampoco tiene origen alérgico, ni está producida por falta de higiene”, comenta Maialen Elizari, experta del Departamento Científico de Cinfa y Be+, quien describe cuáles son las principales señas de identidad de esta alteración de la piel del bebé: escamas gruesas, con costra, de color amarillo o blancuzco, que aparecen en el cuero cabelludo, en algunas zonas del rostro, principalmente en el centro de la cara (frente, párpados, cejas), pliegues de alrededor de la nariz y detrás de las orejas. En casos más graves, puede extenderse a otras zonas de pliegues corporales, como cuello, ombligo, axilas o ingles. También suele maniferstarse con enrojecimiento e inflamación leve de la piel, no suele producir dolor ni picor y, aunque a veces las escamas pueden ser difíciles de quitar, la costra láctea es benigna.

Evitar medidas agresivas

En cuanto al manejo de las escamas, Garnacho hace hincapié en la importancia de evitar gestos o medidas agresivas. “Es un proceso de buena evolución con tendencia a la curación espontánea. Se puede utilizar vaselina o aceite para ablandar las costras y, después, proceder a su descostrado. Existen también productos destinados a este fin, formulados específicamente para la costra láctea, que también funcionan muy bien. Si las costras siguen adheridas, no se deben retirar, sino que habrá que insistir en el tratamiento durante unos días para conseguir que se suelten. Asimismo, si al retirar las costras queda una superficie eritematosa, se puede utilizar un corticoide tópico suave, que se retirará en 2-3 horas con el lavado de la cabeza”.

Respecto a los productos que dentro del ámbito cosmético están formulados para la eliminación de la costra láctea, Elizari señala que se trata de lociones, geles o emulsiones específicas que ayudan a reducir el exceso de sebo y la inflamación, lo que disminuye el enrojecimiento, calma la piel y favorece que las escamas se despeguen. “Son productos cosméticos que incluyen en su composición ingredientes emolientes, para ayudar a reblandecer las escamas; queratolíticos suaves, para favorecer su eliminación, y otros calmantes y suavizantes, para disminuir la irritación y el enrojecimiento. El farmacéutico valorará las diferentes opciones disponibles, con el fin de recomendar el más indicado en cada caso”, comenta la portavoz de Cinfa.

Por una correcta aplicación

Para la adecuada eliminación de las escamas características de la costra láctea es importante seguir ciertas pautas de aplicación de estos productos. Así, si el producto es una emulsión, Elizari recomienda aplicar una pequeña cantidad sobre el cuero cabelludo del bebé. “En el caso de dermatitis seborreica facial, también puede usarse en las áreas afectadas del rostro”. Es bueno masajear suavemente la zona con los dedos, sin rascar ni friccionar, y dejar actuar unos minutos, y luego lavar con un champú suave para bebés y aclarar bien, de manera que no queden restos del producto.

Según la experta, en algunos casos puede ser de utilidad ir retirando las escamas que se van desprendiendo con la ayuda de un cepillo suave.

Sin azufre ni brea

“No se aconseja en los bebés y lactantes la utilización de champús con azufre, piritiona de zinc o brea, ya que estos ingredientes pueden resultar irritantes y tóxicos. Tampoco es muy eficaz la utilización de antifúngicos tópicos, a pesar del papel que juega un hongo, la malasezzia, en este problema”, advierte la dermatóloga.

Respecto a las complicaciones que puede tener el tratamiento inadecuado de la costra láctea, Elizari comenta que, al tratarse de un trastorno muy común, sólo los casos más severos acuden a las consultas médicas. “Se resuelven espontáneamente en pocas semanas y no es habitual que vuelva a aparecer. Si persisten las lesiones es necesario acudir al pediatra porque, en ocasiones, se puede confundir con una dermatitis atópica y hay que realizar un diagnóstico. En cuanto a las complicaciones más habituales de la dermatitis seborreica infantil son de tipo infeccioso, especialmente la sobreinfección bacteriana o por Candida albicans”.

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