El sistema del Instituto de Tecnología de Massachusetts permite la liberación de levonorgestrel en el torrente sanguíneo durante tres semanas. El anticonceptivo se vehiculiza en una cápsula recubierta de gelatina que permanece en el estómago después de ser tragada y se despliega en forma de estrella.
Los anticonceptivos orales son una de los métodos preferidos para el control de la natalidad: en los Estados Unidos, alrededor del 12% de las mujeres entre 15 y 49 años toman la píldora. Sin embargo, su eficacia depende de que se tome todos los días, y se estima que aproximadamente el 9% de las mujeres con la píldora quedan embarazadas cada año.
Investigadores del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), en Estados Unidos, están desarrollando un anticonceptivo oral que solo precisa tomarse una vez al mes. Según los investigadores, tendría un impacto significativo en la salud de las mujeres y sus familias, especialmente en países en desarrollo.
“Tenemos la esperanza de que este trabajo, que es el primer ejemplo de una píldora mensual que sepamos, conducirá algún día a opciones potencialmente nuevas para la salud de las mujeres y tendrá aplicación para otras indicaciones”, afirma el investigador del MIT Robert Langer.
Langer y Giovanni Traverso, profesor de ingeniería mecánica del MIT y gastroenterólogo en el Hospital Brigham and Women’s de Boston, son los autores principales este estudio publicado en Science Translational Medicine.
La nueva píldora se basa en un sistema de suministro de medicamentos en forma de estrella. El anticonceptivo se contiene en una cápsula recubierta de gelatina que permanece en el estómago después de ser tragada y libera gradualmente el medicamento durante tres semanas.
Experimentos en cerdos demostraron que este sistema de liberación del fármaco permite la misma concentración del fármaco en el torrente sanguíneo que la administración diaria.
Con fármacos para la malaria y el VIH
En estudios anteriores, los investigadores han probado el transporte con esta cápsula de medicamentos antimaláricos y antirretrovirales para el VIH. Gran parte de esta investigación ha sido financiada por la Fundación Bill y Melinda Gates, que instó al equipo a adaptar la cápsula para la administración a largo plazo de anticonceptivos, ya que hay evidencias de que la adherencia al tratamiento es mejor cuando la administración es semanal o mensual en lugar de diaria.
Para que la nueva píldora sea eficaz de tres a cuatro semanas, los investigadores tuvieron que incorporar materiales más fuertes que los utilizados en los prototipos anteriores, que permitieran resistir al ambiente hostil del estómago hasta por dos semanas. Probaron los materiales en ácido gástrico artificial e identificaron dos tipos de poliuretano que funcionaban mejor en los brazos y el núcleo central de la estrella.
La cápsula está elaborada con dos tipos de poliuretano que permiten resistir al ácido gástrico
Los investigadores cargaron el medicamento anticonceptivo levonorgestrel en los brazos del dispositivo y descubrieron que al cambiar las concentraciones de los polímeros al mezclarse con el medicamento, se puede controlar la velocidad a la que se libera. Una vez que la cápsula llega al estómago, se expande y queda alojada en su interior.
Romper los brazos de la estrella
Para su uso en humanos, la cápsula estaría diseñada para descomponerse después de tres o cuatro semanas y salir del organismo a través del tracto digestivo. Los investigadores están trabajando en varias formas posibles de provocar la ruptura de los brazos, con cambios en el pH, en la temperatura o exposición a ciertos productos químicos.
Según la Organización Mundial de la Salud, 214 millones de mujeres en edad reproductiva en países en desarrollo que desean evitar un embarazo no utilizan un anticonceptivo moderno, como la píldora. Además, una píldora mensual podría ser una opción preferente para algunas mujeres frente a los dispositivos intrauterinos. “Incluso con todos los dispositivos de acción prolongada disponibles, hay un sector de la población que prefiere tomar medicamentos orales en lugar de implantados”, afirma la investigadora del MIT Ameya Kirtane.