La confusión que crean las plantas



La autora defiende que es necesario ampliar conocimientos en el ámbito de las plantas medicinales.

Los productos a base de plantas medicinales pueden ser medicamentos (de prescripción, publicitarios y tradicionales a base de plantas), complementos alimenticios y productos sanitarios. Hablando de los medicamentos, los publicitarios y los tradicionales están concebidos para su utilización con la intervención de un farmacéutico, si bien no requieren la del médico, puesto que no se les pide receta médica.

Los medicamentos a base de plantas tienen indicación terapéutica definida, suelen presentarse bajo formas farmacéuticas orales o tópicas idénticas a los medicamentos de síntesis, facilitando la dosificación más precisa para asegurar calidad, eficacia y seguridad. Y solo se dispensan en farmacias.


Los complementos que llevan plantas en su composición no tienen, evidentemente, consideración de medicamento, y su normativa es la propia del ámbito alimentario. Eso significa que pueden llevar las mismas plantas que los productos medicamentosos, siempre que no hagan referencia a propiedades terapéuticas o indicaciones concretas. Se venden en herbolarios, supermercados, grandes superficies… y también en farmacias.

Los productos sanitarios a base de plantas son los que sirven para diagnóstico, prevención, control, tratamiento o alivio de una enfermedad, siempre que su acción principal no se ejerza por medios farmacológicos, inmunológicos o metabólicos. Para su comercialización en Europa, deben acompañarse del marcado CE.

Cierta confusión

Esta diversidad de productos regulados de formas distintas crea, evidentemente, una cierta confusión, y no ayuda a sensibilizar sobre el uso racional de los productos fitoterápicos.

Y esa confusión no alcanza sólo a la población general, sino que se da también entre los propios profesionales sanitarios; basta señalar el revuelo que se generó con la retirada del marcado CE a los productos sanitarios con arándano rojo en noviembre del año pasado. El propio Consejo General tuvo que aclarar la situación y generar listados de los productos afectados, distinguiéndolos de los complementos alimenticios con el mismo componente. Simplemente había que aclarar que la acción del arándano rojo no se podía justificar por medios mecánicos (lo que respaldaba su categorización como producto sanitario), sino más bien de tipo farmacológico, por lo que debían dejar de comercializarse todos los productos sanitarios con arándano rojo sin que ello se relacionase con ningún riesgo para la salud, ni se viesen afectados los complementos alimenticios con dicho componente.

Aún vigente

Con todo lo dicho, está claro que la confusión sobre la eficacia y seguridad de los productos de fitoterapia, y la escasa concienciación sobre sus riesgos sigue vigente.

Por otro lado, sólo los productos procedentes de fabricantes de calidad demostrada tienen asegurada la ausencia de pesticidas, metales pesados, u otros contaminantes. Lamentablemente, España difiere de otros países europeos en cuanto al origen y el establecimiento donde los usuarios adquieren estos productos.

El hecho de que en España, a diferencia de otros países europeos como Alemania o Francia, la mayoría de los productos con plantas se adquiere fuera de la farmacia (70% en herbolarios y supermercados) y que los médicos no prescriban fitoterapia, no contribuye a concienciar sobre este asunto.

Ampliar conocimientos

Se han publicado trabajos en los que los propios farmacéuticos manifiestan su necesidad de ampliar conocimientos en este ámbito, puesto que la docencia en las universidades no se ajusta a la pujanza de la fitoterapia.

Y está claro que la ciudadanía desconoce en gran medida la condición de medicamento de los productos naturales, por lo que es fundamental que se lleven a cabo iniciativas de educación sanitaria donde se insista en que las plantas no son inocuas por el mero hecho de ser naturales.

Desde la farmacia, liderados por el Consejo, se han realizado diversas campañas con este fin; la última de ellas entre 2015-2016. Si son medicamentos, la intervención de un profesional sanitario como es el farmacéutico puede aportar un plus de eficacia y seguridad en la dispensación de productos fitoterápicos, siguiendo el ejemplo de otros países europeos donde las cifras de dispensación se invierten (70% en las farmacias, 30% fuera de ellas).

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