La estimulación cerebral explora nuevas regiones



La estimulación cerebral profunda (ECP) vive una época de expansión de sus aplicaciones. La amplia experiencia y los buenos resultados obtenidos en pacientes con trastornos del movimiento -especialmente, Parkinson y otras patologías que causan temblor- han animado a diferentes grupos de investigación a explorar su utilización en otras patologías, en las que cambian las regiones cerebrales que se quieren modular, pero la idea central es la misma:actuar sobre los circuitos cerebrales que no funcionan bien. Y ese es, precisamente, el mayor escollo: ¿cuál es la región (o regiones) cerebral clave en patologías como la depresión, la obesidad, la anorexia, el trastorno obsesivo- compulsivo, la esquizofrenia, el dolor, el ictus o la diabetes? No siempre está claro; por eso, los avances son lentos.

La neurología y, posteriormente, la psiquiatría, han sido las especialidades en las que, tradicionalmente, más se ha estudiado esta técnica. Sin embargo, empiezan a emerger posibles indicaciones en áreas médicas muy distintas. En el último número de Science Translational Medicine se recoge un buen ejemplo: un equipo de científicos dirigido por Mireille Serlie, del Centro Médico Académico, en Ámsterdam, ha comprobado en un grupo pequeño de pacientes que la ECP podría regular el metabolismo de la glucosa y aumentar la sensibilidad a la insulina. Sus resultados proporcionan una evidencia directa en humanos de que la señalización del neurotransmisor dopamina en la región estriatal es esencial para la regulación de la glucosa.

Los investigadores aplicaron ECP a un paciente obeso con diabetes tipo 2 y a otros 14 individuos no diabéticos pero con trastorno obsesivo-compulsivo, en el que ya se ha probado la eficacia y seguridad de la técnica. La monitorización de las concentraciones de glucosa en sangre en todos ellos reveló que la ECP elevó la sensibilidad a la insulina en los dos grupos de pacientes y redujo significativamente los requerimientos de esta hormona en el individuo diabético.

En cambio, la disminución de los niveles sistémicos de dopamina con fármacos generó la respuesta opuesta: bajó la sensibilidad a la insulina en un grupo adicional compuesto por 10 voluntarios sanos. Además, experimentos realizados en ratones mostraron que la potenciación de la activación de las neuronas que tienen receptores de dopamina incrementaba la tolerancia a la glucosa y la sensibilidad a la insulina. Con estos resultados, los autores estiman que la ECP representa una herramienta prometedora para el manejo de las alteraciones metabólicas de la diabetes, la obesidad y otros trastornos en los que se produce una disminución de la sensibilidad a la insulina.

Rehabilitación tras un ictus

Otra aplicación novedosa se está investigando en España. En el Hospital Universitario de Cruces, en Baracaldo (Vizcaya), se ha empleado la estimulación profunda de la corteza motora para rehabilitar funciones motoras que han quedado atrofiadas tras un ictus.

El Servicio de Neurocirugía ha intervenido a una paciente sin movilidad en el brazo derecho por un accidente isquémico para colocarle unos electrodos en la corteza motora y registrar la actividad eléctrica que emite cuando idea hacer el movimiento. "Esa actividad cerebral la multiplicamos con un generador y la conectamos a un exoesqueleto, que mueve el brazo de la paciente. El objetivo es repetir este movimiento para recuperar la plasticidad cerebral y que, cuando se retire el exoesqueleto a la paciente, ésta haya recuperado una movilidad funcional básica", explica Íñigo Pomposo Gaztelu, jefe de Servicio de Neurocirugía.

El proyecto aún se encuentra en una primera fase. La paciente, que iba a recibir rehabilitación con el exoesqueleto durante tres meses, lleva más del doble de tiempo porque, según señala Pomposo, "estamos viendo que la señal de la orden al miembro motor sigue mejorando". El neurocirujano expuso esta investigación en su intervención en el XXV Congreso Internacional sobre Derecho y Genoma Humano, Genética, Biotecnología y Medicina de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), celebrado en Bilbao.

Cautelas

El empleo habitual de ECP en pacientes diabéticos, con ictus u otras patologías no será inmediato. La experiencia en trastornos del movimiento muestra, tal y como explica Gustavo Fernández Pajarín, neurólogo del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago, que los resultados "son muy buenos, siempre y cuando se seleccione bien a los pacientes que pueden responder". Se trata de una técnica invasiva, aunque el experto aclara que "la cirugía en sí no es de las más complejas para un neurocirujano".

No obstante, no está exenta de efectos adversos. Por ejemplo, en pacientes con Parkinson se ha visto que la modulación de una determinada región cerebral puede afectar a algunos aspectos de la memoria y producir apatía. Por otro lado, hay que considerar el riesgo de complicaciones, que son poco frecuentes, durante la operación, como puede ser la hemorragia. Una vez realizada la implantación, pueden surgir infecciones o rupturas de electrodos.

Efectos colaterales

Un estudio publicado en febrero en Neurocase muestra los múltiples efectos -no siempre deseados- que puede tener la ECP. En esta ocasión, los resultados fueron positivos: una mujer con depresión y obesidad perdió peso de forma masiva y experimentó una mejora significativa de sus síntomas depresivos gracias a la ECP. En otros casos, los resultados no son tan positivos. Por ejemplo, en 2010 se dejó constancia en Journal of Neurosurgery de la inducción de un ataque de pánico tras estimular el hipotálamo ventromedial para tratar la obesidad.

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